martes, 23 de febrero de 2010

¿Es éste el mundo que queremos?

Nuestra forma de vida basada en el sistema económico capitalista, que básicamente podemos definir como el sistema socio-económico que persigue la obtención del máximo y continuo beneficio económico para los propietarios del capital, en el menor tiempo posible, que subordina el trabajo al capital y que expulsa a la ética de la economía, se fundamenta en:


  • la producción y el crecimiento continuos.
  • el aumento de las transacciones financieras y la economía especulativa.
  • una sociedad consumista (la del "primer mundo") de bienes superfluos.
  • el neocolonialismo.
Las consecuencias:

  • la contaminación a escala planetaria y el cambio climático.
  • la destrucción de recursos naturales.
  • la pérdida de biodiversidad.
  • la generación de residuos tóxicos y desechos no biodegradables.
  • el aumento de la brecha entre países ricos y pobres.
  • el hambre, la exclusión y la miseria de una buena parte de la humanidad.
  • la inmigración, el desplazamiento de miles de personas al "primer mundo" buscando mejores condiciones de vida.
  • la uniformidad cultural y la pérdida de identidad de los pueblos indígenas.
  • la desaparición de los medios de vida de las sociedades campesinas, por la vulneración de su soberanía alimentaria.
  • el retroceso de la democracia (donde la hay) y de la soberanía de los Estados.
  • el deterioro de las condiciones laborales de millones de trabajadores.
  • el trabajo infantil.
  • la investigación científica con criterios de rentabilidad económica.
  • el aumento de los conflictos bélicos y del terrorismo. Fuertes inversiones en armamento.
Los pronósticos realizados a finales del siglo XVIII y principios del XIX por Adam Smith y otros teóricos del liberalismo económico clásico (cuyos presupuestos básicos siguen en vigor hoy bajo la forma del neoliberalismo), acerca de que el libre mercado, la propiedad privada, la acumulación de capital, el interés individual y la ausencia de intervención estatal en los asuntos económicos, traerían el progreso, el bienestar y la felicidad a toda la humanidad, no se han cumplido, ni se van a cumplir jamás.

Aquí tenéis el cortometraje "La isla de las flores" del cineasta brasileño Jorge Furtado, realizado en 1989. A través de una narración sarcástica y una mirada crítica desvela los mecanismos de la globalización y la sociedad de consumo e invita a la reflexión. Este vídeo puede complementarse con "La Historia de las cosas" dirigido por Louis Fox y con guión de Annie Leonard (EE.UU. 2007), y con la película documental "La pesadilla de Darwin", de Hubert Sauper (Francia, Austria y Bélgica. 2004).



1 comentarios:

Carlos Martínez dijo...

Me parecen muy acertadas las consideraciones sobre las consecuencias negativas del sistema liberal de mercado. Pero me temo que lo peor está en que no se vislumbra un cambio global en la buena dirección. Un botón de muestra, las espectativas de rebajar la emisión de gases contaminantes siguiendo el acuerdo de París no están siendo cumplidas en la cumbre de Katowice, máxime cuando países tan contaminantes como Rusia, EEUU y China se ausentan.